GPS
Las siglas GPS significan Global Position System,
‘Sistema de Posicionamiento Global’. Es un sistema que permite conocer la
posición de algo o alguien en cualquier lugar del mundo con una gran precisión.
Este sistema fue desarrollado, instalado y operado por el
Departamento de Defensa de EEUU.
Antiguamente, nuestros antepasados se guiaban por la
posición del Sol durante el día y por la estrella Polar por las noches,
cargaban cartas y mapas de navegación y deducían su posición basándose en el uso
de la brújula y el sextante. En la actualidad, nosotros solamente necesitamos
un pequeño aparato de precio asequible con GPS integrado, para conocer
exactamente nuestra posición en cualquier parte del mundo.
Pero… ¿cómo funciona el GPS? ¿por qué sabe dónde nos
encontramos?
El funcionamiento del GPS se basa en una red de satélites
formada por 24 unidades en órbitas sincronizadas alrededor del
globo terráqueo
Así,
cualquier punto del globo está “cubierto” por varios satélites.
Para situar una posición, el GPS se basa en la
triangulación, un principio matemático que determina la posición exacta de un
punto conociendo las distancias de éste a otros tres puntos de ubicación
conocida. Para ello solo hay que trazar tres circunferencias imaginarias con
centro en los puntos conocidos y cuyos radios coincidan con la distancia del
punto a determinar. Las tres circunferencias se cortan en un único punto: la
posición a determinar.
Así pues, en teoría, solamente es necesario conocer la
posición de tres satélites (y su distancia al aparato receptor de GPS) para
poder calcular nuestra posición. Esto parece fácil, pero su aplicación supone
bastantes inconvenientes, entre los que el económico no es el menor. Pero todo
se soluciona con la inclusión de la medición de un cuarto satélite y algunos
cálculos correctivos.
Ahora bien…
¿cómo medimos la distancia de nuestro receptor a los satélites?
La distancia a un satélite se determina comparando el
tiempo que tarda una señal de radio, que éste emite, en alcanzar nuestro
receptor de GPS, con la misma señal generada en el mismo instante por nuestro
receptor. El retraso existente entre ambas determina el tiempo que la primera
tardó en llegar. Ahora multiplicamos dicho valor por la velocidad de la luz
obtendremos la distancia al satélite.
Pero no solamente es necesario conocer la distancia al
satélite, también se debe conocer su posición, puesto que podría estar a la
misma distancia desde diferentes posiciones invalidando el cálculo. Por ello
los satélites se mantienen en órbitas definidas, regulares y predecibles a unos
20.000 km de altura, según un patrón que reconocen los receptores de GPS, que
también reciben las eventuales correcciones de rumbo por sutiles desviaciones
por evolución orbital.
La atmósfera interfiere en el tiempo de llegada de la
señal desde los satélites. Una señal de GPS pasa a través de partículas
cargadas en su paso por la ionosfera y luego pasa a través de vapor de agua en
la troposfera, perdiendo algo de velocidad. Y lo hace de manera desigual
dependiendo de la densidad de estas partículas en esa parte del mundo. Así se
crea el mismo efecto que un error de precisión en los relojes a la hora de
sincronizar las señales de radio.
Pero ello se arregla con la inclusión de la medición a un
cuarto satélite. Cualquier error debido a la sincronización de las señales (los
satélites poseen un reloj atómico, pero los receptores de GPS no) o a los
factores atmosféricos afectaría a las tres medidas por igual, pudiendo dar un
resultado erróneo. Si el error se ha producido, la cuarta señal no coincidirá
con tal punto. Entonces, el receptor de GPS realiza un cálculo averiguando qué
factor correctivo aplicado a las cuatro mediciones las hace coincidir en el
mismo punto. Y una vez lo ha hallado lo aplica, obteniendo así la posición
correcta.
Enhorabuena Marta.Espero que hayas aprendido.
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